Las tribus Mongolas de las estepas de Asia central contaban con arqueros temibles. Llegaron a su apogeo con las huestes de Gengis Kan que en el siglo XIII gobernó un imperio que se extendía desde Hungría hasta China. En esas inmensidades los arqueros mogoles, que eran grandes jinetes, manejaban el arco con singular maestría y disparaban sus flechas a mucha distancia.
El extremo de sus arcos, a diferencia de los arcos turcos, terminaba con un trozo de madera dura en forma de “pata de cabra” que les confería mayor potencia a pesar de ser arcos cortos.
En sus correrías recorrían grandes distancias a caballo llevando bajo la montura trozos de carne cruda con la que se alimentaban mientras marchaban.
La tradición arquera del pueblo mongol es atestiguada por una inscripción en piedra hallada cerca de Nerchinsk, en Siberia, en la que hace mención a una reunión de dignatarios mongoles, después de unas conquistas en Sartaul, y menciona a un personaje, Esungge sobrino de Kam, el cual disparó a un blanco a 335 “alds”, que equivalen a 536 metros.
En sus campamentos realizaban competencias de destrezas muy difíciles de ejecutar. Una de ellas consistía en disparar a una rama de sauce colocada en el suelo, desde el caballo al galope y recoger el trozo partido sin detener la marcha. También competían tirando a grandes distancias con una puntería asombrosa y realizaban torneos tirando a platos que se colocaban sobre una noria que los hacia avanzar aumentando la velocidad mientras disparaban desde sus cabalgaduras.
Por su ferocidad y su extraordinario manejo del arco montados en sus pequeños caballos eran temidos desde Europa a China.
Para el siglo V, el imperio mongol domina los territorios de Manchuria hasta el lado Balkash. Los primeros imperios mongoles no tuvieron una vida muy larga siempre repleta de luchas por conseguir expandirse, repletas de diferentes dinastías.
Durante los siglos XII y XIII se puede considerar su ejercito como uno de los mejores mejor del mundo por su movilidad y estrategias. Gengis Kan y otros cuadillos militares introdujeron varias innovaciones que permitieron a su ejército conquistar vastos territorios aún estando en desventaja numérica.
Imperio mongol durante sus diversas etapas.
Muy parecidos a los arcos mogoles eran los que usaban los Húngaros (tribus Magiares). También eran recurvados y compuestos, con alguna variante en el extremo de las palas. Como los mongoles, eran excelentes jinetes.
Su tradición como arqueros es amplia mente reconocida. En la antigüedad practicaban la fiesta del Naadam. Cuando Mongolia pasó a ser una nación independiente en 1921 esta festividad comenzó a realizarse nuevamente.
Son una especie de Juegos Olímpicos Mongoles donde los hombres compiten durante tres días en tres disciplinas. Las carreras de caballos, la lucha libre y el tiro con arco. Se tira a blancos dibujados en aros de cuero colocados a 60 metros para las mujeres y 75 para los hombres.
Otra competencia tradicional es el tiro a unas pequeñas cestas hechas de tripa de oveja, de 8 centímetros a la que los arqueros disparan 20 flechas por ronda.
Con estas festividades mantienen vivas sus tradiciones y recuerdan los días de gloria de la estirpe. Gloria lograda en gran parte gracias a sus potentes arcos.
Competencia directa del arco chino, el mongol se construía con la misma base de calidad: cuerno, madera y tendones derretidos y pegados con un pegamento hecho a base de entrañas de pescado, aunque tenía un desempeño diferente, por su grosor y potencia, tiene el record mundial de tirar a más distancia, superando a los arcos más modernos, con puntas duras y pesadamente recurvados dotan a la cuerda de una rápida recuperación, flechas construidas con madras pesadas y puntas de metal forjado muy bien elaboradas.
Sobre este tipo de arcos hay autores que sostienen que estaban construidos con 5 trozos de madera. Una parte central que constituía el mango del arco. Las dos palas de madera flexible y los extremos de madera muy dura y resistente al roce de la cuerda.